lunes, 7 de marzo de 2011

Entre rocas

Soy Carolina, una chica normal que camino por tierras rocosas, el viento mece mi pelo, y noto como me corta el aire, tú me haces compañía, es un día extraño, pronto anochecerá, hemos quedado con unos amigos: hay una fiesta. Una de esas que no sabemos a qué hora terminará. A pesar del mal tiempo, veo en tus ojos, mirada de libertad, una mirada que me tranquiliza; he estado un poco nerviosa últimamente, parece que todo marchaba despacio, sin avances, y me frenaba, pero al mirarte descubro que todo está terminando, que puedo encontrar la tranquilidad en tu amistad. Es un paseo extraño, no hace sol, parece que fuera a llover, no sé como se me ocurrió visitar las calas. En la lejanía, el mar rompía su enojo remarcando espuma y parecía que animaba más viento, es como si me quisiera decir que luchara, que no me quedara estática, que moviera mi destino.
No te he dicho como me siento, tú pareces feliz y tranquilo, aunque no dejas de hablar y contarme lo bien que lo pasaremos en la fiesta con tus amigos, que no me importe no conocer que son gente abierta. Pero no me apetece hacer nada, estoy apática, es como si no supiera hacia donde dirigirme: me estancara.
Sigo sin contarte mis sentimientos ahora ries, y estás conmigo, quizás yo no sienta nada especial por ti, pero si me haces compañía y eso lo noto, ocupas mi tiempo, me haces olvidar mi pensamientos vacios.
Hay un chiringuito, pero fuera hace demasiado mal tiempo, un café con leche calentito hacemos tiempo para la fiesta. Y decimos ir. Me presentas a amigos/as van disfrazados (es porque es carnaval) pero no parece inmutarme, hablan conmigo rien, hay ambiente de alegría.
Una cerveza más tarde me entra sueño, miro a mi alrededor la gente toma y toma, rien, hablan, se mueven y tú y yo quedamos en un sofá hablando de cosas trascendentales ¡qué raro parece todo!.
Una cerveza tuya más tarde, salimos a bailar, el tiempo empeora y entramos en un pub, la gente está super animada; hacen bromas, van disfrazados y los camameros son vampíros, entonces decido bailar, me dejo llevar por la música en plan pachanga pero no me anima de esa manera, simplemente muevo mi cuerpo dejándome llevar por ensoñaciones, y tus bromas me haces bajar de nuevo a la tierra, reimos una vez más, pasan las horas, y la noche ha acabado, al volver a casa noto mi cabeza más alegre y despejada.
Te doy un beso, no significa nada, pero deseo hacerlo, en parte es agradecimiento, en parte es simplemente un pequeño roce de cariño, tú me miras y me lo devuelves sin hacer mucho más, sabes que es un gesto de cariño, que no he sentido nada especial, y tus ojos caen al suelo, tu mirada parece medio enfadada, medio anhelante a que diga algo más.
Pero no digo nada. Tú comprendes, me tocas la mano para despedirte, y sonries, aunque tu rostro demuestra un: ¿qué te pasa?,¿por qué callas?, ¿por qué no me dices nada?.
Ahora tengo un gesto nervioso, y me rio, no es que tenga ganas de reir, es mi reflejo nervioso de quitar hierro al asunto (no debí darte el beso), pero ya no puedo hacer nada, y te cojo de la cintura y te digo hasta mañana.




3 comentarios:

Miguel Angel dijo...

Bonito relato como todos los que haces.

Besos guapa


PD:a ver si hablamos un ratito que tengo ganas.jaja

Vick-al dijo...

Ya hijo, no me conecto casi nunca, tengo tanto que hacer, fíjate abro el blog para escribir o leer y el mesenguer lo tengo olvidado, pero si lo lees, esta noche me conectaré un ratito, besos

Miguel Angel dijo...

Hablamos cuando te vega bien tu tranqui pero buenos si estás ésta noche me pasaré a charlar un poquín contigo.

Besos

Estas Navidades

  Todo aparece y desaparece en un segundo, es el tiempo el que trascurre sin pensar, o sin parar.   Y en cada  atardecer estás ahí, parada o...