Ansias de libertad

Isabela conducía su coche, abrió las ventanillas y dejó que su melena morena se alzara al viento, no era un día especial, quizás un día corriente, un día más. El semáforo en rojo, sacó de su bolso un pintalabios de color marrón que pronunciaba sus rasgos morenos y se miró al espejo, no le dió tiempo a guardarlo el semáforo anunciaba verde y un coche le pitaba, sonrió y no le importó, hoy nada de lo que pasara en el exterior parecía mermar sus ansias de libertad.

Se encontraba guapa y se sentía bien, pensó que puede que no fuera demasiado guapa, pero sí que tenía un buen aspecto, vestía elegante e informal chaqueta tres cuartos un jersey con tonos tierras y unos vaqueros que le daba un aire de informalidad. Se sentía a gusto con sigo misma y pensaba que esa tarde sería algo diferente. Tenía su agenda bien controlada, su trabajo organizado y le daría tiempo a tomar un café con su compañero, y dió gracias por ese momento, sí ese momento que cualquier persona lo vería como rutinario incluso estaría de mal humor por haber tenido que dejar a su hijo, o porque no vería a su marido o qué se yo....pero a ella nadie la esperaba al llegar a casa, no había dejado a nadie en ningún sitio y por eso no era justo sentirse triste, no era egocétrico sólo pensar en ella, al fin de cuentas ella no había decidido que su vida fuera así, pero era así, y no tenía porque sentirse mal por ello.

Así que, volvió a sonreir.

En la radio una canción alegre sonaba en inglés, y entonces chapurreó sus recuerdos de la lengua inglesa, y empezó a cantarla, hubiera cerrado los ojos e hubiera imaginado alguna situación agradable, pero no podía seguía conduciendo.
Sintió algo de frío, el viento entraba por la ventanilla, pero no quería dejar de sentir, sus ansias de libertad podían contra cualquier sensación que le quitara la alegría.

Y entonces pensó....

Ojalá, pudiera pensar en alguién, tener alguna ilusión. Es cierto que los compañeros te quieren, te hablan, te sonrien, pero luego cada uno tiene su vida, y tú vuelves a tu habitación y no te queda nada.
Había aparcado para comenzar el trabajo cuando el móvil sonó, alguien de lejos le hablaba, no recordaba quién era, pero luego pensó.-¡ Anda si es Raúl!- ¿qué raro que me llame?. Su voz era nerviosa y alegre, ella no lo esperaba, le hablaba de un viaje de poder volver a verse. Raúl era su amigo de la playa, ella se alegró, al colgar pensó ...qué pena que vivía tan lejos,(¿cómo isabela se iba a hacer ilusiones de alguien tan lejano?).....y luego volvió a mirarse en el retrovisor y se volvió a sentir especial, como más renovada, más joven y se dijo para sus adentros-¡quién sabe!.

Sí, en esta vida suposo que todo es posible, hasta lo menos insospechado.

Entró en el trabajo, sacó su agenda, encendió su portatil, y empezó a trabajar no vió el correo personal, sólo trabajó, se centró como nunca.

Llamadas, corrreos, facturas y base de datos....y por fin, se acababa todo, cerró su ordenador y volvió a coger el coche.

Puede que fuera por la luz, era diferente por la noche, y ya no se veía ese brillo anterior, no se encontraba tan joven, volvía a su casa ¿eso le causaba tristeza?. Pensó, bueno me espera una cena calentita (que me haré yo) una ducha, algo de tele, pero .........me gustaría tener el calor de alguien. Ese pensamiento rondaba su mente desde hace tiempo.

Se propuso no cerrar más sus puertas, no ceñirse a personas que no le aportaban nada a su vida, y cambiar para ser feliz.

Isabela sabía que no era el fin, quizás si una transformación en su vida, algo que haría que ella fuera a mejor, a encontrar a una pareja y poder compartir.