miércoles, 24 de noviembre de 2010

Camino a la oficina

Ahora que tú estás aqui, puedo acariciar el paisaje. Asomada al balcón, paso mis dedos por la barandilla blanca que cubre los árboles. Alzo la vista al cielo y respiro con el pecho abierto:está ameneciendo.

los cristales se encuentran empapados con gotitas de humedad de la mañana y me dan unas ganas terribles de pasar mis dedos por esas gotitas para poner tu dulce nombre de miel. Pero....pienso que ya no tengo quince años. Me agarro fuerte a la barandilla y te veo caminar por la acera, vienes con tu estilo desgarbado, pero a la vez te veo: delgado esbelto, precioso. Tus pasos se dirigen hacia mi casa, y yo me he entretenido en el balcón pese al frío y la humedad y me doy cuenta que ni siquiera me he quitado el camisón.

Corro a la habitación: unos vaqueros, un jersey, pelo revuelto y sin pintar, y mi portátil.

Llamas a la puerta.

Casi me atraganto con el vaso de leche, colocada encima del lavabo mientras me pongo una coleta, para poder amansar los pelos alborotados (aunque tu siempre me dices que estoy guapa).

-Pablo, ya bajo.-Te digo, mientras que me esperas, pues como siempre muy paciente.

-Hola Pablo.

-Hola Vick.

Y caminamos como cada mañana a la oficina, por el mismo camino, acompañada de tu sueño, de tu risa; un poco apagada por el frío. Yo sin embargo tengo mucha energía, te hablo de muchas cosas y tu escuchas con atención, pero mirando al suelo. Es un poco decir: te estoy escuchando y me relajo a la vez. Lo noto en tu actitud.

¡Qué bien nos sentimos juntos!. En nuestra vida sólamente tenemos ese ratito, porque luego los dos hacemos cosas diferentes, pero que bien empiezo la mañana teniéndote a mi lado..


No hay comentarios:

Estas Navidades

  Todo aparece y desaparece en un segundo, es el tiempo el que trascurre sin pensar, o sin parar.   Y en cada  atardecer estás ahí, parada o...