viernes, 30 de abril de 2010

En un mundo maldito Capitulo 6

Compré la comida, me salí a un banco y me senté para probarla. Aquella comida sabía bien, como siempre sabía y no encontré ningún gusto extraño. Me fuí a la estación de tren, quería comprobar los destinos y para mi asombro, las ciudades se llamaban igual. Decidí coger un tren para Alicante.

En el asiento de al lado, se sentó una señora, y aproveché para hablar, me contó cosas de su vida, por un momento olvidé todo lo sucecido, toda parecía real, me dió una manzana y me la comí, mientras tanto, me asomé a la ventana a ver el paisaje, no me pareció diferente. Entonces pensé, si sería yo la que estaba imaginando todo. ¿Y si yo no me encontraba bien?. ¿Sería una fantasía mía?. Pero...¿Por qué no conocía a Javier?.¿Ni mi casa?..¿Por qué recordaba a otro chico,que para mi conocimiento, el si era mi novio?.

Cuantas preguntas, sin respuesta. Cuanta desazón. Estoy tan triste, que no puedo esbozar, ni una ligera sonrisa. Tengo ganas de gritar y decir que estoy sola, que nadie me quiere, y no entiendo, como no me ayuda nadie.

Miro a la señora, que me mira como si entendiera lo que me está pasando, pero no supiera exactamente que es. Entonces tras un suspiro ahogado, le explico todo a la señora, desde el principio.

Yo pensaba, que me iba a tomar por loca. Pero de repente, ella me dice que...tenía una hija, y no la ha vuelto a ver, desapareció. Me cuenta con resignación, como se levantó un día y ya no estaba su hija, y ella se encontraba mareada. Vinieron unas asistentas, y le dijeron que su hija se había marchado. La señora seguía contando la historia, con los ojos empañados en lágrimas, y me relataba que después de unos días, ya no conocía a casi nadie, y que se le olvidaban mucho las pequeñas rutinas que realizaba al cabo del día. Ella me contó como había sido profesora de Matemáticas en la Universidad, y que siempre había tenido muy buena memoria. Pero de un día para otro, su mundo para ella "mental" lo había perdido. Y no solo eso, también la noción del tiempo, el sonido de sus recuerdos.

Yo estaba deseando llegar a Alicante, para cerciorarme que conocía la ciudad. Y tras el relato angustioso de esa señora, comprobé que mis sospechas no eran infundadas.

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