martes, 14 de diciembre de 2010

Un encuentro inesperado . Capítulo primero

Era una chica de pueblo sencilla y muy bonita, se llamaba Marta, tenía los ojos grandes y muy expresivos, había conocido por medio de internet a Gabriel. Al contrario que ella, él era un chico de ciudad vivía en Barcelona, nada que ver el estilo de vida de Gabriel con el de Marta.

Gabriel era empresario de una firma internacional. Marta se dedicaba a vender lencería en una pequeñísima tienda de su barrio. Gabriel normalmente leía la Vanguardia, y Sonia la revista Cosmopolitan y sus test de cómo gustar a un chico.

Gabriel trataba con con importantes clientes, que tenían admirables curriculum y sabían varios idiomas. Marta se dedicaba a preguntar a sus clientas cómo estaban sus hijos y qué comida tenían para hoy.

-Hola Marta, buenos días.
-Hola Sra. Martínez.
-Me gustaría un sujetador algo más sexy para una escapada con mi marido, que desde que tuve a la niña no me he puesto nada bonito y atrayente.
-No hay problema, hemos traido unos sujetadores de tacto suave y colores mates, que resalzan la zona.
-¡Ay Marta cielo mío!, no te vayas nunca de Torre Pacheco, ¿qué haríamos sin tí?.
-Uy Sra. Martínez.¡Ojalá viniera un principe lejano y me llevara!, necesito cambiar de aires, aunque ya sabeis que os quiero muchísimo a todas, sois mi familia.
-¿Y qué harás tu con un principe lejano?-Ja,ja sonrió la Sra. Martínez, pensando "pobre niña ingénua" (aunque en el fondo se moría de envidia de pensar que su vida pudiera cambiar, no como la de ella, siempre viviendo en el mismo pueblo).

Marta no hizo mucho caso y volvió hacia la repisa buscando el sujedor, ensimismada en sus pensamientos acerca de Gabriel, pero se entristeció mirando al suelo, pensando que estaban demasiado lejos y sus vidas eran totalmente diferentes. Y..¿Qué podría hacer ella, para que Gabriel la considerara una chica interesante?.

Luego pensó, que ella no era como las chicas que conocía Gabriel, se acordó de una foto que había puesto en facebook con una rubia despanpanante, tacón de aguja y falda ceñida.Para ella estaba claro no tenía nada que hacer con él...

Necesitaba animarse y puso la radio:




Y en entre música animada, pudo olvidar un poco a Gabriel.

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