viernes, 25 de febrero de 2011

Cuando un suspiro lejano ahoga el tiempo, la distancia, el conocimiento. Sale al exterior como si el templado viento arrasara el pecho, infundándose en tu piel, recubriendo la esperanza. Una caricia anhelada recubre la noche solitaria dejándose evaporar en una leve ensoñación. Un deseo fugaz que marca tu instinto en el camino de una espera, que se prolonga pero hace hueco en tus sentidos. Entra en mi vida, como un duendecillo, que apenas se oyen sus pasos, silencioso, besando el aire que marca tu piel con la mia, suave, y tierno elevando tus brazos para mediar con los mios.
No salgas de mi vida, quédate un tiempo, no importa cuanto, pero quédate, sin compromiso sólo porque ahora mismo en este instante te apetece sentirme, y no quiero pensar que no volverás, sólo camina y mece mis sueños, mis fantasías, mis besos y vuelve a sentirme como si por primera vez se tratara, y como si no me conocieras, hagamos nuevo este encuentro, perpetuémolos en el tiempo, y que se haga eterno.

Ven bésame, acaríciame, sabes que siempre te he estado esperado, sabes que siempre te he estado amando.



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