sábado, 16 de enero de 2010

Ahí estaba Nora, en un día lluvioso y frío no era muy típico de aquel lugar, pero había aparcado el coche junto al pequeño apartamento de su nuevo compañero de trabajo Jose. No estaba segura si llamarle al movil para decirle que estaba ahí sola y bajo la lluvia. Todo era nuevo para ella procedía de Ciudad Real, y se encontraba en una ciudad costera del sureste de España. El cambio de trabajo la había llevado hasta allí a trabajar en una empresa Química importante, una multinacional.
Fué entonces cuando pensó mirar el mar en su oscuridad antes de llamar a Jose y volvió a arrancar el coche para colocarse debajo de una farola. Llovía con intensidad y daba miedo, parecia que la lluvia se fundía con el mar y era precioso, no se notaba furia porque la mar estaba en calma "la mar" (como dicen los marinos de la ciudad, al llamarla con cariño).
Era un momento extraño normalmente en esa circunstancia lo normal en ella sería sentir soledad, pero por alguna causa desconocida se sintió acompañada por la naturaleza. Aquel paisaje era una fuerte sensación entre pasión y calma repentina, como aquel beso que le dió a un chico con pasión pero a la vez con un amor tan bonito que le hacia sentir en casa otra vez. Así pues, se embarcó en sus pensamientos y recuerdos de su tierra tan distinta a aquella. El clima de su tierra era seco, y allí había tanta humedad que lo sentía en su cuerpo, notaba aquella diferencia tan abrumadora.
Lo volvió a pensar y llamó a Jose y le dijo que estaba por la zona para preguntarle sí le acompañaría a tomar algo por ahí. Jose le dijo que le enseñaría los misterios de la ciudad. Nora sintió curiosidad, y asistió que le esperaría abajo.
Jose le dijo que por favor subiera, estaría mas cómoda, y ella pensó que era buena idea.
Al entrar por la puerta, se encontró con un apartamento de humo y un escritorio desordenado, parecía el típico piso de estudiantes, pero era normal y tenía su encanto puesto que Jose vivía solo también.
Solo tengo unas latas de cerveza le dijo Jose a Nora, a lo que ella contestó que no importaba, que tomaría una de ellas.
Jose se puso un chaquetón y salieron a la calle, por suerte había parado de llover aunque la humedad se hacía la reina de la noche. Jose la miraba con una cierta complicidad y le comentó de ir a ver el Teatro Romano.
Le mencionó que es el primer teatro romano de España construido por el Emperador Augusto, y fueron a visitarlo con cierta emoción.
Estaba oscuro y casi cerraban pero la guía les explicó que si era una visita rapidita que podían pasar.
Y no lo pensaron en un instante se encontraron dentro y ahí la quía les comentó curiosidades e información.
Ella les explicó que había sido un largo camino emprendido en 1988. Que no termima con la restauración del edificio teatral y de la porticus post scaenam sino, que contempla, también, la integración de los restos en el tejido urbano.Su adecuada conservación y exposición de un museo monográfico y centro de investigación.
Escucharon con interés y la guia dijo que les dejaría solos para que contemplaran sus misterios.

La luna misteriosa entraba cubriendo el pilar del pórtico, era una imagen que te retrocedía a tiempos de emperadores, con su suntuosidad y grandeza.

Allí Jose miró a Nora que le brillaban los ojos de curiosidad, Jose estaba empezando a sentir también algo especial, pero todavía no sabía bien que sentimiento recorría su corazón.

Jose la cogió de la mano para enseñarle la fachada escénica y sus elementos arquitectónicos y entre columnas,capiteles y basas, sin darse cuenta se encerraron en un ambiente que casia se podía palpar la calidez de sus amor en esa fría noche de invierno.

El suelo seguía mojado entre las columnas, y en el pórtico se encontraba un jardín.Era como volver a la soñada Hispania, y allí por primera vez unieron sus labios ante la oscura noche lluviosa, pero iluminada por el amor.

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