domingo, 1 de agosto de 2010

Verano 2010- San Pedro




Cae la tarde, la brisa acompaña el momento, estoy en un pequeño lago salado, donde dicen que tiene propiedades curativas. Los pelícanos vuelan a ras del agua. Es una reserva natural protegida. Entre dunas y agua los flamecos acompañan el entorno.





Pedaleando en mi bici, el aire recorre mi cara con la sesanción abrumadora y cegadora, de una puesta de sol anaranjada y brillante. El sol parece cumplir su misión, me calienta y el aire me refresca al mismo tiempo.¡Qué momento!. Todo en esta vida se debería describir con palabras, pero es difícil expresar de una manera para que todo el mundo pudiera sentir, ese momento de libertad: abrir los ojos y divagar en palabras, porque te relajas tanto que apenas puedes comunicar, simplemente quieres que el vientecillo de la tarde te sacuda en plena cara, y no pensar en nada más, quieres transmitir al mundo que no puedes hacer nada, simplemente disfrutar del momento, es tuyo y del viento.





Llega la noche, las estrellas se hacen protagonistas, algunas farolas situadas en la salida del parque natural, parecen programadas para encender la noche, no es luz natural, aunque se quedan ahí, entornando su luz eléctrica, y tan sólo son el reflejo apagado o más bien escondido innecesario ante la luz esplendorosa del satélite Luna.

Es hora de ir a casa, volver a la ciudad. Ya no se apreciará la naturaleza. Este momento de grandeza parece desvanecerse, conforme vas conduciendo por la carretera, ya has abandonado tu bici pero siempre deseosa de otro fin de semana: ardiente, sosegado, fuerte y vivaz.

Pasea por la sal, envuélvete de sus golas y encañizadas. ¡Ven a San Pedro del Pinatar!.¡Disfruta de un lugar único!








Es hora de ir a casa, volver a la ciudad. Ya no se apreciará la naturaleza, ese momento de grandeza parece desvanecerse, conforme vas conduciendo por la carretera, ya has abandonado tu bici, siempre deseosa de otro fin de semana: ardiente, sosegado, fuerte y vivaz.

Pasea por la sal, envuélvete de sus golas y encañizadas. ¡Ven a San Pedro del Pinatar!

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