jueves, 23 de junio de 2016

En tiempos de amor

 Esa mañana se levantó diferente, es como si el mundo ya no lo viese desde el mismo prisma. La vida le mostró su crudeza. A su corta edad había perdido a su mejor amigo. 
Era para ella como un hermano, juntos habían crecido en el mismo barrio, cole, y a sus trece años ya le había perdido. 
Lo curioso es que hacía tan sólo unos minutos ella recibía una carta donde se palpaba la alegría y el cariño que se tenían. No sólamente lloró, también, ella notó por primera vez en su vida que su corazón se había quedado sin fuerza, era como si hubiera perdido algo de respiración, y de aliento. Fue entonces cuando esto llegó a su interior y su corazón se desinfló, como un globo.
 Además todo fue muy especial, puesto que no es una historia española de los años 2000, (¡¡no, no que va!!..pasó mucho antes).
 Esta historia comenzó en 1936, por aquellos entonces estallaba La Guerrra Civil en España, duró hasta el 39 y que decir tiene la desolación y dureza de esos años. Nuestros personajes Conchita y José  vivían en una pequeña ciudad al sureste de España. 
Normalmente hacían una rutina como cualquier chaval de cualquier época, iban al cole, (donde les daban un trocillo de pan mientras cantaban la lección), pero, ellos dos sentían algo especial cuando rozaban sus manos, -estaban enamorados-.
 Una tarde sangrienta  y cruenta de bombardeos, los dos corrían como locos cogidos de las manos para esconderse en un monte donde se deslizaban por unos refugios interiores. El estallido de las bombas, aquel sonido retumbaba haciendo una especie de eco, y ellos notaban un frío interior y una espeluznate aunque confortable y familiar olor a humedad. 
Sus madres los buscaban por todos lados asustadas, porque tenían que viajar a las afueras, ir al campo para evitar el peligro, (allí se hablaba de unos hoyos cavados en la tierra donde esconderían a sus hijos, aunque la madre de Conchita nunca metería a su hija allí, por  si luego no podían salir). De esta manera se vivía, entre ignorancia, dudas y miedos, puesto que nunca se sabía como actuar. 

Todo lo vivido en terribles condiciones, les había creado un cariño especial. 

Salieron del refugio a salvo y un carro con unas prostitutas iba por la calzada cuando se ofrecieron para llevarlos a casa. No había nada que comer, tenían hambre y les dieron un huevo duro a medias  y agua para engañar el estómago. A pesar de todo ellos seguían riendo y contando historias. LLegaron a su casa felices y se despidieron con un beso rozando levemente los labios, muy sonrojados por pensar que era pecado, aunque tampoco  les importaba mucho las retailas de Sor María,  puesto que tenían un mundo más puro -el de sus manos y labios juntos-.

 Pero el final había llegado, Jose en unas semanas pilló una infección que no le curaron bien y pasó fiebre muy alta, así que murió por tener pocas defensas, y a saber que más. el caso es que Conchita no sabía nada, pensaba que se habían mudado al campo y no se pudo despedir. Ahora ella, miraba aquella carta mientras sus lágrimas se desparramaban rápidas como si tampoco llegaran a tiempo a demostrar y decirle una vez más, "Jose ¿sabés?, creo que te quiero", -como tantas veces-. En ese momento no le importó la guerra, el mundo, el hambre, o la pobreza más severa, ella no podía sentir que su vida continuara sin el amor de su vida.

 Pues, aquellos niños rieron, llorarón y lo más importante sin tener nada  que ofrecerse ni siguiera para ellos, se amaron como muy pocas personas en este mundo.


No hay comentarios:

Estas Navidades

  Todo aparece y desaparece en un segundo, es el tiempo el que trascurre sin pensar, o sin parar.   Y en cada  atardecer estás ahí, parada o...