viernes, 14 de septiembre de 2012


"Nunca ocurrió.

 Un día despertó de un sueño olvidadizo. Un rostro extraño que reflejaba el espejo, justo a un lado. La ilusión de una sonrisa que se desvanece. Los ojos marcados en el rojo del insomnio. Los párpados fundidos en negro. La consciencia en estado de latencia.

 La información se procesa con mayor rapidez para asegurar recursos suficientes en tiempos de tristeza. Aún así, nada se produce en una realidad estática.
  Suena el dolor en cada rincón craneal y retumba con un eco ensordecedor. En un momento así, nada produce más angustia que la calma. 

Un exasperante silencio rompe el sonido, quebrando hasta la última oscilación. Trazando una curva, todo su mundo se refracta en una visión deforme. Actores con rostros difusos, contrastan con la nitidez de aquellos que son principales en una obra sin guión.
 Todo transcurre en la espiral de una vorágine descontrolada. Sin aciertos ni fracasos. Rodando en unos pasos etéreos y fugaces. Mientras, otros duermen y tienen sueños en los que queda prisionero. Vagando de sueño en sueño. Siendo esclavo de la ilusión y confinado en una realidad incierta. Con los ojos empapados en alquitrán y las escleróticas delineadas por rayos escarlatas.
 No hay descanso para quien persigue un recuerdo. El recuerdo de la sensación que transcurre durante la empatía de un sentimiento. Un reconocimiento que produce una satisfacción al saberse comprendido.

 Tranquilizador y reconfortante duerme distante. Nunca ocurrió".


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