miércoles, 1 de junio de 2011

Aquella plaza.

Estando en aquella plaza, donde el sol hacía acto de presencia con sus rayos, dando luz a dicho lugar que sembraba una cierta paz. Apenas paseaba gente, era un día cualquiera como cualquier día de verano, pero todo parecía solitario, a lo lejos un pequeño puerto de pescadores. Sentada en un banco con un libro, apenas sentía ganas de leer, tan sólo quería disfrutar del momento de luz y calor, y dejarse llevar por sus pensamientos, se sentía tan relajada, que sus pensamientos afloraban sin sentido, no pensaba en nada importante, le venían recuerdos, imágenes, momentos pasajeros y la imagen siempre presente de él.

Aquel chico, que siempre ocupaba parte de su mente, que no lograba deshalojar por mucho tiempo que pasara, ya que el frío invierno la había dejado ausente y helada en su recuerdo, el verano asomaba de otra manera más alegre, ya no sentía pena, era un recuerdo bonito, alegre, sin tormentos, ni dolor. Era un bonito recuerdo.

Meneando su pelo alborotado, porque ella no conocía la palabra "peine" (siendo algo que nunca usaba) acariciaba sus mejillas, y sus grandes ojos oscuros se mostraban algo más claros, la palidez de su piel, y su menudo cuerpo, la hacía una persona más débil y frágil ante la mirada de la gente.

Ella no sentía complejo por su pequeño cuerpo, lo lucía con una sonrisa, sin apenas arreglarse mucho, era una mujer sencilla, de gustos algo extraños, que al mundo la hacía un "ser extraño y algo solitario", pero ella no era así, le encantaba sonreir, comunicarse con la vida en general, era un ser sociable, pero algo melancólico.

Un chico la miró, y se sentó con ella, al principio se le antojó algo inusual, pero le miró y sin saber el porqué le sonrió, levántandose y contoneando su cuerpo se alejó del chico, porque en cierta manera le impedía pensar en él, en su amado secreto y ajeno de todo sentimiento.

Aún así, ella estaba feliz, paseando, contemplando, empapándose de la ciudad, de sus edificios con bonitas estructuras urbanas, y del sol que nuevamente iluminaba su cara.



3 comentarios:

Jose dijo...

Un texto muy bonito, Vick.

Qué de veces habré estado tal y como dices, sentado mirando al infinito con la mirada perdida y perdido en los recuerdos aleatorios, sin pensar en algo en concreto, dejando que todo surja de mi cabeza.

Y después dices que yo escribo bien, pues anda que tú...

Besitos ^^

Vick-al dijo...

Besitos, me alegro que te haya gustado :)

Jose dijo...

Y por cierto, un regalo:

What You Meant - Franz Ferdinand

Mm, iba a poner vídeo pero no encontré ninguno que me gustara, jajaja.

Besitos ^^

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