lunes, 7 de diciembre de 2015

Llega la Navidad


con mi mami pasando un día juntas
El sonido de tus besos enlazados en mi cuello me da calor y no comprendo que hoy estés especialmente cariñoso. Nos acariciamos despacio y arropados en la humedad del día, logramos alzar la vista y llegar a ver las luces -llega la Navidad-.

 El aire es frío y parece que te fueras a mojar de la brisa del mar. La mañana se ha levantado con olor a pastelillos recién hechos por las panaderías. La gente no para de moverse de un lado a otro, su único  pensamiento es comprar, comparar y patear. Parece de locos pero es como si todo el mundo te saludara y piensas que en  otras ocasiones ni siquiera te miran. Pero cuando llega este tiempo todo el mundo mira, pregunta por tus familiares, y parece... o dan a entender que se preocupan. Y no entiendes, pero sigues andando y la Iglesia también rebosa, cuando en otras épocas no parece tener tanta concurrencia, sigues, y ves que la gente compra décimos como si sueño fuera tan sólo el dinero, y piensas qué locura de sociedad.

La Navidad era algo que tenía que ver con una religión, y ahora no sé ni lo que es, pero el caso es que a pesar de los extraños comportamientos de algunas personas, a mi me encanta.

Veo el belén de la plaza y recuerdo cuando era niña, luego me acuerdo de los puestos de hippies y del bolso de cuero con chapa de "rock and roll"

que me compré a los quince, y veo que es una época dulce, y sensible que me hace sentir que tengo un poco de más chispa.

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