viernes, 17 de julio de 2015

En el parque

Vivo en una zona campestre, urbanizada pero en realidad es campo, y aquí hay un parque al que le tengo mucho cariño. Los parques de los campos no son como las ciudades que da miedo pasear, esto es diferente.
 En invierno me pongo mi plumas y gorro y paseo por las noches y no pasa nada, en él he estudiado, he estado con amigos, he hecho fotos, he corrido, hemos atajado, -bueno que es parte de la vida de la gente que vive aquí.- En invierno los scouts acampan, las familias traen a niños y perros a jugar, es todo muy bonito. Sus colores cambian con las estaciones y da gusto ir a descubrir sus hojas, árboles y pajarillos.










 Tu olor y sonido es como una tregua en mi camino, tú en verano me haces sudar, en invierno me refrescas, tus hojas me cubren y me protegen, bendices mi pequeña existencia.

Parpadeo sin cesar cuando de tus ramas gotas caen en la lluvia.

Me suaviza tu olor que me hace respirar eucalipto, y tomillo.


Me empobrece tu grandenza, pero a la vez me das la vitalidad que espero.



 Ayudas a mi madre a caminar, ella indefensa con su enfermedad de Parkinson, parece diferente, con su bastón la guías y  conservas su hálito de vitalidad.



 Por eso me encanta pasar tiempo junto a tí, cuando juego a palas, cuando corro, o camino, todo se hace más libre, más puro y sencillo.
 Tus diferentes especies, brinda colorido y brillo, cambias con el sol, con las estaciones, y pasas a ser como las personas cambiantes, y renovando su vida, así haces parque querido.



 Palmeras, me recuerdas a un desierto hastío, seco  y árido pero a la vez permites entrar en un camino de frondosidad al pasar, me encanta contemplarte.


 Qué bonita luz entre ramas dejas fluir, como una pequeña esperanza hacia un mundo mejor y sin conflictos, tan sólo paz
 Pensamientos, lecturas, escrituras, me siento en tus bancos, y veo a la gente disfrutar de tu estancia, mientras leo, o estudio, paseo y vivo la naturaleza así de manera tranquila. y sin más.

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