viernes, 9 de mayo de 2014

Elena jugaba

Era una gruta oscura con un pequeño lago en el centro, Elena con su poca edad apenas cumplidos diez añitos entró en ella porque cuando somos niños nos gusta imaginar, e investigar, y  nos puede la curiosidad.

Lo que no sabía la pequeña Elena es que una llave encontraría, estaba oxidada y parecía muy vieja, tan roida que no pudo creer que abría una puerta. Más yo creo que si hubiera sido un adulto ni se hubiera molestado en investigar,  pero estamos en un relato diferente, es una pequeña curiosa, algo que hemos sido todos y no nos acordamos.

Pues entró sumergiéndose por pasillos muy pequeños, rocosos con una pequeña formación de estalagmitas que humedecían, pues pasó con cuidado medio de rodillas. 
Elena no estaba asustada como cualquier otro niño por la oscuridad y lo sombrío del pasaje. Ella no pensó en peligros,  iba con su llave en la manita y un vestido a la rodilla que le permitía moverse bien. 
Al final de ese laberinto lloró, pues con su ímpetu había recorrido pasillos transversales y no se acordaba de cual era el principio. (Ella había leído la historia del Minotauro de Dédalo, y como en el mito cuenta,  Ariadna le da al héroe Teseo un ovillo de hilo para que antes de penetrar en el laberinto lo llevara consigo, y atando el principio del hilo a la puerta llevara consigo siempre, y así lograría la salida) Pero su inquietud no la había dejado recordar la historia, así pues....al mirar hacia atrás vio una puerta, y se asombró, -¿será la llave que abre esta puerta?- se dijo para sí.

Efectivamente, era la llave. Al principio no lograba acertar con ella, hizo giros pero estaba demasiado vieja y se atascaba, al final logró abrir.

¡Cuál fue la sorpresa!

Era un sitio húmedo, y se respiraba muy mal, no había tesoros, ni luz, tan sólo un hueco en la parte de arriba que dejaba penetrar algo la luz.

Había insectos entrando y saliendo. Ante tal espanto salió corriendo y no dejó de correr hasta que perdida por los pasillos no lograba salir.

Pasó dos días allí, sóla, llorando, y bebiendo un poquito de agua que llevaba en su mochila. Elena era lista, y  la dosificaba pero no tenía comida, pensaba que iba a morir, pero ella no dejaba de buscar la salida.

Menos mal que los padres son los padres....

Ellos al final tras mucho pensar y llorar, imaginaron que quizás había encontrado aquella cueva jugando y mandaron a la policía, y por fin Elena pudo salir de allí y abrazar a sus padres.
-Mira mamá, yo encontré esta llave- dijo llorando.
Su madre la abrazó y comprendió que no podría quitarle la curiosidad-como Eva Pandora- pero sí que la protegería de los peligros.

Besitos, buen finde :)



2 comentarios:

Jose dijo...

Aunque se diga que la curiosidad mató al gato, el mundo está para descubrirlo.

Besos ;)

Vick-al dijo...

Tienes razón, muchos besitos :)

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