jueves, 19 de mayo de 2016

Continúa así...

Todo empezó por la cajita de caramelos con esas palabras escritas, cuando vivíamos en un mundo ochentero en el que NO había dinero para comprar regalos, en aquella adolescencia en la que no existia el  materialismo, ni cumpleaños multitudinarios de grandes celebraciones. En aquella dulce época que muchos no conocéis tan sólo regalábamos lo que la imaginación te permitía. Pero era valioso porque las emociones brotaban sin explicaciones ( no habia referencias ya que no existía móvil, ni internet, ni los padres hablaban mucho con los hijos). Tú experimentabas sin saber y los regalos inventados eran los hacía que el corazón temblase con más emoción que si fuera un regalo  sacado de una tienda.
La brisa normalmente en las tardes de los trece, permitía que el pelo acariciara mi boca y un poco húmeda por la saliva -tú siempre me besabas-. Empezamos a sentir esas pequeñas electricidades que nos daba al acercarnos las manos. De esta forma comenzamos a sentirnos tan amados que nos daba igual el sexo, incluso otros vicios, porque no bebíamos ni fumábamos sólo nos emocionamos. (Aunque tengo que aclarar que era una década de mucho vicio, de movida y eso...pero la gente sencilla sin pelas como decíamos no aspiraba a las movidas nocturnas, y eso..)

No volvimos, o yo por lo menos en la vida  y a pesar de tanta gente que hemos conocido,pues a eso, a volver a sentir los pelillos como de punta con el roce de la piel y la plenitud intensa en la boca al besarnos.
En mi opinión,vyavnada fue vivido igual que áquel inocente amor.

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