lunes, 19 de septiembre de 2016

Aquel fuego

El fuego iluminaba la ciudad dando calor  al sentido de la vida. Todo quedaba como un bello claroscuro entre luces que penetraban en las siluetas dejando las sombras como un escenario aparte.

El camino del destello hizo que te mirara como algo que no esperaba, algo tan sublime que mis labios temblaron.  En ese momento sin saber, me hiciste creer, me hiciste esperanzarme con el destino.

Un bello destino contigo, con tus manos, con tus dedos entre los míos al acariciarnos con cariño. 
El viento manejaba a su antojo nuestras túnicas transparentes y bellas. También ondulaba los cabellos en una bella caricia, y así cerca de la colina, parecíamos eternos, y frágiles a la vez ; ante aquel fuego que nos calentaba y nos obligaba a sentir lo más bello y tierno que jamás hubieramos deseado.

En esa pequeña colina y al fondo una milenaria y pequeña acogedora ciudad, con gentes de acento sencillo con mucha tranquilidad, encontré tus manos, encontré las mías....y el abrazo del beso al fin entregado con el fugaz amor del fuego, más bien con ardor y  de color naranja como sus chispas, amarillo como la ilusión del sol encendido.

Bello y amable, querido amante, allí me encontré con tu corazón. 



2 comentarios:

Jose dijo...

Estos relatos cortos así sentimentales, místicos y descriptivos te quedan muy bien, jajaja.

Hay un patrón de estilo ahí.

Besos ;)

Vick-al dijo...

Me inspira mi ciudad, lo vivido aquí en las fiestas rememorando el pasado de nuestra Historia, he sacado un 7 en barroco me merezo una olaaa jajaja besicos hoy ando un poco locaaa!!!

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