En invierno me pongo mi plumas y gorro y paseo por las noches y no pasa nada, en él he estudiado, he estado con amigos, he hecho fotos, he corrido, hemos atajado, -bueno que es parte de la vida de la gente que vive aquí.- En invierno los scouts acampan, las familias traen a niños y perros a jugar, es todo muy bonito. Sus colores cambian con las estaciones y da gusto ir a descubrir sus hojas, árboles y pajarillos.
Tu olor y sonido es como una tregua en mi camino, tú en verano me haces sudar, en invierno me refrescas, tus hojas me cubren y me protegen, bendices mi pequeña existencia.
Parpadeo sin cesar cuando de tus ramas gotas caen en la lluvia.
Me suaviza tu olor que me hace respirar eucalipto, y tomillo.
Me empobrece tu grandenza, pero a la vez me das la vitalidad que espero.
Ayudas a mi madre a caminar, ella indefensa con su enfermedad de Parkinson, parece diferente, con su bastón la guías y conservas su hálito de vitalidad.
Por eso me encanta pasar tiempo junto a tí, cuando juego a palas, cuando corro, o camino, todo se hace más libre, más puro y sencillo.
Palmeras, me recuerdas a un desierto hastío, seco y árido pero a la vez permites entrar en un camino de frondosidad al pasar, me encanta contemplarte.
Qué bonita luz entre ramas dejas fluir, como una pequeña esperanza hacia un mundo mejor y sin conflictos, tan sólo paz
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