domingo, 21 de noviembre de 2010

Dos amigas

Es extraño ver a Amaya escondida en su habitación con unas viejas fotos. Parece decaida. Amaya es siempre vital, con iniciativa, con una amplia sonrisa que alegra el día de quien se cruza con ella. Pero ahora, ahí sentada, yo la obervaba desde el marco de la puerta y no era ella.

Se giró hacia mi, con algunas lágrimas en los ojos, y me dijo:

- He descubierto la verdad, él nunca me ha querido.

-No digas eso, es muy fuerte-le contesté.

-Pero Victoria, escucha es verdad, no me ha querido ni como amiga, él nunca ha hecho nada por mí, ni siquiera algún pequeño detalle. No ha tenido esa iniciativa, si le llamaba por teléfono supongo que me contestaba por educación, pero no me ha querido, y si contestaba a mis besos, sería porque estabamos cariñosos en ese momento, pero ya está.

-Bueno, no seas tan exigente, él estaba día a día hablándote, acompañándote con cariño, fue sincero en sus palabras, y creo que entre vosotros había una relación complicada, porque él empezó a quererte como una amiga, y él hacía su vida amorosa sin pensar en tí, asi que debes pensar que no ha sido fácil para él.

-Yo sé, que nunca quiso hacerte daño.

-Ya, Victoria y no creas que estoy triste, tan sólo melancólica.Tengo que contarte que he encontrado a un chico, que si me acompaña, que si tiene detalles conmigo, que no le importa llamarme las veces que haga falta, ni estar conmigo el tiempo que haga falta. Ya no tendré que implorar ese cariño que me faltaba, y creo que es así como tienen que ser las cosas. Pienso, que un sentimiento tiene que ser correspondido, asi que ya..amiga Victoria voy a pasar página.

Ya he perdido mucho tiempo esperando un nada, y él tiene que liberarse de mi, y hacer su vida tranquilamente.

-Tus palabras son tristes, como si quedara dolor dentro.-La miré con una gran tristeza.

-Ahora sí, pero mañana ya no.-Me miró abriendo una gran sonrisa.

-Victoria, ven aquí y dame un abrazo. - Me miró, casi suplicándome.

-No te preocupes, eres más fuerte de lo que crees -la abracé, sabiendo que mis palabras eran de verdad.

Así en un cálido abrazo de amigas, tan sólo quedó nuestra amistad.

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