Tarde trivial de verano, paseo con gran libertad, sin prisas, ni pensamientos; totalmente libre y feliz.
Me asomo y miro el mar, su calma parece perpetuarme haciendo que me vaya meseando los cabellos ante la brisa para intentar ordenarlos.
Entre redes rotas por tu ruina, salpicó el crujido del mar, ahora mira: se encuentra en calma, -rota y destruida pero feliz-.
La naturaleza está ordenada tal y como la dejaste, menos mal cuando marchartes
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