Un camino sumergido en esperanzas y pesares, como un sentir de la vida por un sueño que se escapa. Pasa por alto la tristeza, ahoga una pena, y retrocede para mostrar un pasado mejor.
Influye en el pensamiento, nuestro quehacer diario, lo que no se logra encender, lo que no llega a tener forma, no se transforma, se queda hierático, estático, en un pobre y obsoleto recuerdo.
Y nada parece que asome un flujo de ilusión, no es el momento, o puede que sea un camino equivocado. Cambia nuestra muestra de agotamiento cuando se lucha por lo indefinido, por lo ausente, por el sufrimiento.
Y nada parece tener ningún sentido.
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