Tal era la emoción causante en mi corazón que llegué a "Pony`s pub" antes de lo esperado, un poco asustada que me enfundé en un manejo de manos una con otra, que no paraban de moverse al pensar que tenía que haber tardado un poco más, pero pensé para mis adentros que "lo hecho, hecho está", así que me senté en la terraza como si nada y pedí un helado, puesto que yo no soy de cafés.
Para mi sorpresa me encontré con una vecina en la mesa de enfrete y os cuento:
Nos saludamos y le comenté que había quedado con Fernando (ella conocía también a su familia) que vaya casualidad, patatín y patatán, el caso es que, girando la cabeza, en susurro y cerrando un ojo, marcando un gesto de intriga y cotilleo, me dijo que llevara cuidado que no era trigo limpio, seguidamente tras una pausa de subir el entrecejo, me contó que había dejado a una novia embarazada y que era un tanto golfo, ¡Toma yaa, de sopetón así como el que dice que buena tarde, la buena señora se quedó más ancha que pancha!
Así que...
...yo pensé que quizás era un marujeo de pueblo, eso del embarazo y la golfería, estos pueblos pequeños corren por ahí unas cosas....¡qué a saber!.
Pues, no le hice mucho caso, me despedí y me metí dentro con mi helado, porque ya no me apetecía que aquella señora cincuentona y cotilla nos maldijera la buena tarde.
En cinco minutos llegó él, se retrasó un minuto (hombres que sepáis que estas cosas las mujeres en la primera cita nos fijamos mucho, -¡¡más de dos minutos nunca!!!). El caso es que nunca se puede juzgar hasta conocer los hechos y esos rumores aunque sean ciertos, no se sabe, quizás la chica no quería estar con él, mil razones podrían darse.
Me fijé por la ventana y saludó a la vecina maruja y me causó un poco de pena, porque llegó ante ella y la besó en gesto amable y le habló con ánimo y alegría. Yo entonces deduje que él desconocía que la "tía borde" que ahora disimula lo pone verde, en realidad.
Moraleja:
La vida es así de hipócrita.
Media hora antes
Yo vestía pantalones cortitos de verano y una camiseta de flores de palabra de honor, muy cuqui, ya que quería parecer juvenil, que me recordara como era yo antes, en mi época adolescente, para así no parecer tan mamá y algo más "mujer sexy todavía" o por hacer un guiño al pasado nuestro.
El bar era muy playero daba la vista a la arena, así que no quise arreglarme, ni me pinté, ni me peiné, planeé un aspecto desenfadado que no se me viera interesada en gustar,-¡vamosss, ya me entendéis!. Y sin apenas ordenar la casa del desorden de mi hijo, salí por patas a reunirme con Fernando.
Llegó el momento y se acercó, nos dimos dos besos y empezó a aclarar la tarde en suavidad.
Un suspiro lejano, en enfásis diagnósticada y dulce.
Los dos allí, despúes de tantos años, algo más cercanos por la ilusión
El mar parpadeaba caiente y la brisa nos regalaba su humedad.
Así me sentía en ese momento de paz.
Continuará....