Caminaba un niño por la ciudad, e iba pensando que se acababan las vacaciones. No entendía mucho esa sensación de tristeza. Su mirada parecía más apagada, y él temía que se acababa su libertad. Libertad de tiempo libre, pues volvería al cole y esa sensación de privacidad de brisa fresca para ser feliz le perturbaba.
Lo curioso era que sí le gustaba el cole, pero ....pensaba que ya no tendría tiempo para vivir en tranquilidad. Y es que el ritmo de la vida nos marca desde que te levanta hasta que te acuestas.
Era el desasosiego de horarios, obligaciones y nervios del día a día, lo que producía una cierta melancolía.
Su madre que iba junto a él, se percató y contemplándole con amor le acarició el pelo, dando a entender que siempre estaría con él, aunque a veces lo saque de quicio y le riña.
Ella hablaba suave, y mirándolo a los ojos, le iba susurrando " Isaac, yo también confienso que me da pena que se acabe las vacaciones porque volveré a trabajar y tendré menos tiempo para tu hermano y para ti, pero piensa que vendrá el verano y entonces estaremos tan felices como ahora. La vida es así hay obligaciones, pero eso nos hace responsables y mejor personas -fuertes y valerosas--, te quiero peque.
-Y yo a ti mami, pero no quiero levantarme mañana jajaja-, contestó con risas.