Conchita volvió a su casa, y allí esperaba su madre con la cena.
-Hola, hija, ¿qué tal te fue en misa?.
-Bien mamá, -contestó con una leve sonrisa.
-Vamos a cenar-observó la madre un poco sospechosa, por la sonrisa extraña de su hija.
-¿Conchita hija, has recibido correspondencia de Antonio de Madrid?- miraba a Conchita mientras colocaba los platos.
-Ahh, sí mamá, es un chico galante.
-¡Mamá!, ¿qué te parece Alfredo el hijo de doña Juana?.
-¿Alfredo, hija?, pues no sé, -su madre se encontraba desorienta por la pregunta.
-Parece buena persona-contestó duditativa.
-Mamá, creo que me gusta-sonreía con una expresión ingenua y vergonzosa por su confesión.
-Hija, ¿y no te gusta más Antonio de Madrid?. Tiene fincas en la sierra, es un arquitecto con grandes proyectos, y son de muy buena familia- se apresuraba su madre a convencerla.
-¿Antonio?, pero si está calvo y yo tengo 23 años y el 40, ¡es muy viejo!-se defendía Conchita como podía, ante la insistencia de su madre.
-Mamá, yo no me imagino besándolo o intimando en la cama con él.
-¡¡¡Hija, por dios!!si tu padre te escuchara en paz descanse, ¿no me digas que has salido algo ligerita?.
-No, mamá, soy soltera y decente, sabes que nunca he estado con un hombre, por eso me da miedo, consumar el matrimonio y no sentir nada, creo que me dolería, y sería desdichada.....continuará.